La sesión del XVII Observatorio de Violencia Intrafamiliar ha abordado el tema de trauma en la adolescencia y su transmisión dentro de la familia. El doctor en Psicología, Carlos Pitillas, además de docente trabaja en la atención directa con niños y adolescentes y ha estudiado – y explicado – esta transmisión generacional del trauma, ha compartido sus experiencias en esta sesión.
Como explica Carlos Pitillas, esta transmisión generacional del trauma es un fenómeno por el cual, los padres que han vivido situaciones traumáticas en la infancia, las reproducen en sus hijos. Esto, que puede ser una idea sencilla, ha revolucionado en los últimos años el abordaje terapéutico y como dice este experto, es un “problemático a nivel científico y técnico ya que la mayor parte de los profesionales se enfrentan a estas situaciones en la consulta cada día”.
Por eso, toda la ciencia psicológica que está detrás de este tema, trata de explicar lo que pasa en las familias donde se reproduce el trauma y como se puede contribuir a pararlo.
Carlos ¿qué se puede hacer para parar esta transmisión del trauma?
Parece que los tiros apuntan a una dirección y es que estas familias solo pueden reiniciar un camino de crianza saludable y segura cuando les ofrecemos una experiencia de seguridad que probablemente no han tenido en su infancia. Es decir, no han tenido cuidados, no han sido reconocidos, no han sido tratados de manera sensible… Esto les lleva a ser padres negligentes o bruscos. La clave probablemente desarrollar intervenciones centradas en el apego; darles algo de lo que no tuvieron: seguridad, protección o ser reconocido por otros, por ejemplo.
¿Qué quiere decir esto?
Las intervenciones centradas en el apego han supuesto una revolución en los tratamientos e intervenciones con familias. Hemos pasado de lo correctivo hacia un paradigma en el que se transforma la experiencia interna de los progenitores que viven anclados en su propio trauma. Esto se hace, desde luego, en el contexto de una relación terapéutica por parte de instituciones y profesionales. Unos padres que se sienten más seguros como personas pueden cuidar a sus hijos de manera mejor.
A partir de esto ¿Cómo nos explicamos los profesionales el comportamiento de los chicos y chicas con quienes trabajamos?
Una parte importante de lo que defendemos quienes trabajamos desde una perspectiva del vínculo es que las conductas de los menores no son una propiedad del niño o de la niña sino que son una propiedad de la relación. Pueden ser relaciones tóxicas, relaciones basadas en la violencia, en el doble vínculo, en la confusión…Es en el marco de estas relaciones donde el niño desarrolla un síntoma que puede ser un comportamiento agresivo o saca malas notas, entre otros. Esta premisa tiene como consecuencia que trabajar en pro de que la familia sea un escenario más seguro, ayudaría a rebajar los problemas conductuales de los niños y de los chavales más mayores. Es algo que tiende a cumplirse.
Pero no es siempre así…
Es cierto que cuando los niños y los adolescentes llevan mucho tiempo en un contexto familiar de inseguridad, parte de esta inseguridad acaba metiéndose dentro de ellos. Entonces, parte del trabajo es con la familia, pero hay que trabajar de forma individual con estos adolescentes que han transformado su carácter para adaptarse al trauma, paraadaptarse al peligro. Esa violencia que era una violencia o desorganización de la familia ahora ya lo es del propio niño en su personalidad y parte del asunto consiste en trabajar de forma paralela familia- adolescente. Cuando son pequeños, sí que puedes hacer un trabajo casi solo familiar y con éxito.
CARLOS PITILLAS es doctor en Psicología, investigador y profesor en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), donde imparte clases sobre Psicología del Desarrollo, Psicoanálisis, intervención con familias en ámbitos de exclusión social y psicoterapia infanto-juvenil.
Cofundó y coordina el proyecto Primera Alianza: mejorando los vínculos tempranos, cuyo objetivo es la prevención del trauma infantil a través del trabajo centrado en el vínculo con familias vulnerables.
Ha intervenido con familias en ámbitos de exclusión social, así como con niños, adolescentes y adultos en el ámbito privado.
Es autor de El daño que se hereda: comprender y abordar la transmisión intergeneracional del trauma (Desclée de Brouwer, 2021) y es coautor de varias obras: Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos (Gedisa, 2018), Aprender Seguros: principios y estrategias para construir escuelas que cuidan (Narcea, 2021), Soy lo que me persigue: el terror como ficción del trauma (Dilatando mentes, 2021) y del libro de relatos Ruidos Humanos (Eolas, 2021). Ha publicado también artículos en revistas nacionales e internacionales de psicología.